
"Mi primera, primerísima esperanza: que algún día próximo termine la vergüenza de los poblaciones marginales, sin luz, sin agua, sin privacidad. Luego: Que los arquitectos inventen para la población modesta, un modo de vivir unos con otros en departamentos que tengan la virtud de ofrecer una posibilidad de convivencia (no sólo en el ascensor): un amplio espacio interior para juegos y esparcimiento; pequeñas salas que sirvan de biblioteca o para charlas, exposiciones y cine, etc. Que contra los deseos del pensador Joaquín Brunner, no se liciten las calles ni los caminos: que por el contrario, la peatonalización se extienda por la ciudad. Y que la locomoción colectiva sea un bien comunitario (como ocurre incluso en los países más liberales del planeta). Que las ciudades tengan la máxima autonomía para que los ciudadanos puedan participar efectivamente en los asuntos que atañen a todos. Y a partir de aquí podríamos hablar de política, esencialmente como cuidado de la polis: que el Estado sea, por una parte, el coordinador y unificador de los proyectos ciudadanos; por otra, el representante y defensor de nuestros intereses locales, a fin de que no sean fagocitados por lo grandes consorcios globales."

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